Para conmemorar su día, las mujeres narran historias de emergencias

Quito, 08 de marzo de 2022

 

El 8 de marzo es la oportunidad perfecta para destacar, desde sus propias voces, las experiencias de las mujeres que laboran en la atención de emergencias en Ecuador. Estos sentidos relatos permiten entender la dinámica que se genera en torno a la noble labor de salvar vidas.

En el país, al 9-1-1 se reportan aproximadamente 10.000 incidentes cada día. Parte de estas narraciones incluyen el terremoto del 2016, incidentes violentos, temas de salud, labores de parto, percances viales, casos de niños… entre miles de historias que se construyen las 24 horas del día. Estas llamadas tienen un denominador común: “son casos que tocan el alma y el corazón, no se puede ser inmunes al dolor de la gente”, según una de las entrevistadas.

Gabriela Villavicencio es evaluadora de llamadas del ECU 911 y señala que “una señora le indicó que había tres menores de edad que estaban solos en la casa. La madre por lo general salía, los dejaba ahí y ellos lloraban mucho.

  • La señora señaló que ‘no sabía qué hacer ni cómo ayudarles’.
  • Le dije que los niños tal vez tenían hambre… que les podría ayudar con comida.
  • Luego me puso al teléfono y yo ¡escuché todo! Cuando ya llegó la unidad que coordinamos, esto me estremeció”.

“Es muy gratificante mi trabajo”, sentencia esta operadora de llamadas del ECU 911 Quito.

Erika Dionisio forma parte del Cuerpo de Bomberos de la capital, ella cuenta una anécdota con mucho orgullo y que seguramente servirá como inspiración para las niñas que un día quieran ser bomberas. “Fue en el sismo del 16 de abril. Ingresó una llamada desde la zona del terremoto porque las comunicaciones se enlazaron con Quito. Había ocho personas atrapadas dentro de una fábrica, algunas ya estaban inconscientes y teníamos que mantener en la línea al único ciudadano que estaba despierto (él tenía mucho sueño y exhausto) para que pudiera entregar la información a los rescatistas”.

Estos fueron momentos desesperantes, sin duda, por la magnitud de la emergencia telúrica. “Los rescatistas llegaron y lograron salvar a los ocho. Ese día sí nos marcó a todos, ver en las noticias que esas ocho personas fueron salvadas nos llenó de alegría”, indica Erika muy emocionada.

Quienes reciben las alertas telefónicas en el 9-1-1 son seres humanos —llenos de emociones y sentimientos— al igual que las personas que llaman. Las operadoras y operadores  que atienden estas comunicaciones mantienen la empatía,  la  serenidad, la tranquilidad que requieren estos casos para que la persona que está del otro lado de la línea telefónica también sienta seguridad, y apoyo. “Después de colgar la llamada y atender la emergencia entonces podemos decir bueno… ya pasó, ya estamos bien”, indica  Villavicencio.

La sargento segundo Daysi Endara es policía. “Saber que puedo ayudar, apoyar a otra persona me llena de orgullo y felicidad”, señala convencida de su vocación de servicio.

La anécdota que más recuerda es algo trágica y sucedió hace varios años, “se registró una muerte violenta en la av. Naciones Unidas. Quien llamó al 9-1-1 fue mi compañero que estaba persiguiendo al causante y me indicaba las calles,  las características del sospechoso que pretendía huir. Con el apoyo de otras unidades policiales se pudo aprehender al ciudadano”.

  • “Atender este tipo de alertas te llena de energía y de adrenalina porque parece que yo estuviera en la persecución”, expresa Endara con mucha altivez.

Otra de estas mujeres que atiende emergencias es Gabriela Villagrán y pertenece al Ministerio de Salud Pública. Parte de sus actividades incluye la atención de labores de parto, que en sus palabras ha sido “una de las mejores experiencias profesionales”.

  • “El hecho de estar presente en un momento tan maravilloso es lo máximo. A veces necesitamos intervenir de forma inmediata y hemos tenido varios casos”, sentencia.

Ella recuerda una de estas alertas vinculadas con mujeres en estado de gestación. “Una paciente embarazada comenzó a convulsionar. Llegó la ambulancia y fue trasladada a una casa de salud. Sabemos que la evolución fue buena y eso nos da mucha alegría y nos incentiva para seguir trabajando”, finaliza  Villagrán. En esta ocasión se salvaron dos vidas.

Jenny Jácome trabaja en la Agencia Metropolitana de Tránsito e indica que mientras salía de su turno y esperaba el bus presenció un accidente de tránsito: el atropello a un niño. “Realicé el procedimiento porque como agentes de tránsito estamos preparados para la oficina y el territorio y fue interesante atender este caso porque el niño no sufrió heridas de gravedad y la señora (que estaba nerviosa y no tuvo la culpa porque el pequeño se cruzó la calle sin ver) no fue arrestada”.

Estas mujeres coinciden el algo: ayudar a salvar vidas es muy gratificante. “Soy una mujer valiente. Hago bien mi trabajo porque sé que alguien más quisiera estar aquí”, “yo soy una mujer fuerte y valiente”, “me apasiona lo que hago porque lo hago con amor”, “soy una mujer, soy madre y estoy orgullosa de cumplir con a cabalidad” son frases que salen de los labios de estas mujeres convencidas con su vocación de servicio diario.

Estas palabras que nacen de lo más profundo de su ser demuestran su pasión, su coraje y su entrega en beneficio de la sociedad; ellas contribuyen desde sus espacios a la seguridad y a la atención de emergencias en el país… y son un digno ejemplo a seguir.

 

EL DATO  

A escala nacional, en las diferentes áreas del ECU 911 laboran 632 mujeres (sin contar a quienes trabajan en las instituciones articuladas) para quienes el apoyo desinteresado a los demás es la mejor forma de ayudar. Ellas, al igual que las aproximadamente 3.861 millones alrededor del mundo, son el reflejo de que la lucha que se inició el #8M de 1908 no se detiene porque su esfuerzo y sus logros se visibilizan a diario para trazar el camino para las nuevas generaciones.  

 

 

 


 

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